jueves, 1 de octubre de 2015

Con las piernas al descubierto

Natalia Vazquez

Para quinto semestre, y después de haber llevado (lo que parecían) miles de laboratorios, la historia parecía repetirse cada primer clase.  “No se come en el laboratorio”… “ SIEMPRE hay que usar bata”… “Deben usar jeans y tenis”… Reglas y reglas, siempre las mismas y francamente, después de escucharlas tantas veces, parecería tonto poder olvidarlas, ¡Es puro sentido común!  En fin,  pasó esa primera clase de laboratorio de química orgánica y comenzaron las prácticas. 

La dinámica en el laboratorio y con mi equipo iba mejor que nunca. Hice una mezcla, fijándome muy bien en las cantidades: ácido clorhídrico concentrado y alguna otra cosa con la que iba a reaccionar dentro de mi tubo en aproximadamente 15 minutos con ayuda de mi eficiente mezclado.  Una vez que estaba segura de que tenía las cantidades correctas de reactivos dentro de mi tubo, con mucha calma me senté en un banco mientras mezclaba agitando rápidamente (y un poco violentamente) la espátula dentro del tubito de ensaye.  Como llevaba ya un rato haciéndolo , simplemente recargué el tubo en mi pierna y seguí mezclando mientras platicaba con mi compañera de enfrente para hacer el tiempo de espera un poco más ameno.

Afortunadamente ella sí estaba atenta a lo que yo estaba haciendo y de pronto, sin poder decir nada señaló el tubo que estaba mezclando.  Para sorpresa de todos (porque a estas alturas ya habían varios espectadores) el tubo de ensaye en el que yo mezclé y mezclé con tanto fervor, había cedido causando un pequeñísimo hoyito en el fondo del tubo. 
Cabe mencionar que mi elección de vestuario ese día no fue la más acertada; llevaba unos leggings que, como es muy lógico y todos deben de saber (!!!!) son de poliéster, que para mi sorpresa reaccionan sumamente rápido con el ácido clorhídrico

Pues todos los días se aprende algo nuevo, y ese día yo aprendí que los leggings no sólo son una prenda de vestir muy cómoda, sino que también reaccionan de una manera muy peculiar con el ácido clorhídrico.  Al ver lo que estaba pasando con mi mezcla, automáticamente tapé el hoyito con mi dedo (con guantes) y paré la fuga, pensé que todo se solucionaría ahí, hasta que volteé a ver mi pierna.  Los leggings se empezaron a disolver y cuando puse mi mano sobre ellos, el pedazo que estaba empapado de ácido se pego a mi guante y se desprendió del resto como si fuera una especie de chicle.
A estas alturas, todo el mundo dentro del laboratorio estaba más que involucrado y entre gritos, yo sólo escuchaba cosas como “¡Métanla a la regadera!”, “¡Pónganle bicarbonato!” , “¡Que se quite los pantalones!” (ésta última sonaba inquietantemente más que el resto). Mientras escuchaba esto, el ácido seguía avanzando en mis leggings negros y yo iba quitando pedazos con mis guantes, pensando que tenía que hacer algo pronto si no quería hacer caso a la última propuesta.  Finalmente nos decidimos por llenarme la pierna de bicarbonato y responder la pregunta que todos alguna vez nos hemos hecho ¿Esas regaderas… si sirven?... Pues resulta que sí y bastante bien.  Aunque intenté meter solamente la pierna afectada, la presión y la cantidad de agua que salió de la regadera terminó por mojarme casi completa.


 Finalmente estaba fuera de peligro y aunque si terminé en la enfermería, mi pierna estaba completamente bien. Me pusieron algo de vaselina pero afortunadamente no me pasó nada; el único inconveniente es que ya no tenía pantalones.

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